Un relato inédito de Vivi Acosta, desde #Colombia.

No te mates… ¡Ya te amo!

Un teléfono que suena insistentemente, el emisor de la llamada, se enoja porque no le contestan y vuelve a marcar redial una mil veces.

El receptor de la llamada se enoja porque no quiere contestar y el teléfono suena, y suena, y suena.

El emisor decide marcar una última vez, el receptor decide que si vuelve a sonar el maldito teléfono, lo contesta. Eso ocurre, y se establece la comunicación, y luego de escuchar  ’Alo!’ el receptor alega…

–          Porque carajos no contestabas

Y la respuesta que obtiene es…

–          Porque estaba tratando de suicidarme.

Luego de eso, la corta llamada se experimenta un sepulcral silencio por unos cuantos segundos, en los que cada uno analiza la voz que ha escuchado, llegando a la concluir que a ninguno de los dos, se les hacía familiar la voz de su interlocutor,

El emisor de la llamada pregunta con quien hablaba, el receptor responde, con voz depresiva… – Magnolia.

Escúchame  Magnolia con mucha atención, yo soy Sebastián, evidentemente me he equivocado de numero y lo marque en el redail repetidas veces, no sabes quién soy, no sé quién eres, pero lo que sí sé y tengo extremadamente claro, es que sea lo que sea que te pase, nada, nada en absoluto es motivo suficiente para que intentes acabar con tu vida. Dime donde estas, no me cuelgues el teléfono y seguiremos hablando hasta que me lleves hacia  a ti. ¿Lo harás? ¿Me llevaras hasta a ti?

Magnolia guardo silencio. Sebastián sentía que se le saldría el corazón. No la conocía, pero no dejaría que hiciera una estupidez; de eso estaba seguro. Mientras el corto silencio sigue su curso, Sebastián hábilmente direcciona la llamada a su celular, y continuaba hablándole.

Bajo los cinco pisos de su apartamento por las escaleras, con el fin de evitar una caída de señal en el ascensor. Sabía que si perdía esa llamada no la recuperaría y el desenlace, sería fatal probablemente.

Mientras se movía, alcanzo escuchar una manifestación; se había enterado en sus redes sociales de que esta se llevaría a cabo, la rastreo y ubico la zona por la que pasaba en ese momento. A toda prisa condujo hasta allá.

Mientras conducía, le preguntaba cosas a Magnolia para mantenerla conectada. Ella olvido que él en alguna ocasión le había pedido que lo guiara hasta a ella. Magnolia le conversaba casi sin aliento. Ella Sonriera a veces, y no podía dejar de pensar, en el porqué de esa llamada tan extraña, y él no podía dejar de pensar en su extraño bienvenida que le tocaba en su regreso al país.

Sebastián, acababa de llegar al país, luego de un paseo por Argentina, allí fue con el fin de tomar unas fotos para una nueva campaña publicitaria. Había quedado con su amiga Margarita en conversar a su regreso. Ella, tenía la  maña de dejar el celular en cualquier lado, y le había notificado por mail, que esta vez lo dejó encerrado en la oficina, y allí estaría todo el fin de semana. Por eso la llamaba a casa.

Pasaron 20 minutos, Sebastián seguía haciendo gala de su elocuencia,  condujo lo más rápido que pudo, evito túneles, esquivo obstáculos, y se pasó más de un semáforo en rojo. Llegó hasta la zona en la que suponía debía vivir Magnolia. Esa mujer a la que le quería salvar la vida.  A la quería salvar, de ella misma.

A su alrededor, solo estructuras antiguas, le pregunto de cuantos pisos era su edificio y en que piso vivía.  Ubico, las estructuras que cumplían con las características dadas por Magnolia, y le pidió que se asomara a la ventana. Le dijo que mirara hacia donde él estaba. La saludo al verla a lo lejos. Ella quedo asombrada. Él le pido entrar y ella no tenía ninguna objeción al respecto.

Ya estando dentro de su apartamento

Inicialmente no inmuto palabra, solo atrajo a Magnolia a su pecho, y la abrazó cálida y fuertemente. Mientras la abrazaba hecho un vistazo a su alrededor.  Observó el interior de ese apartamento. Era un asco. Había líquidos regados en el suelo, todo estaba tirado, era evidente que hacía mucho tiempo nadie organizaba nada en ese lugar.  Sebastián, se percató del buen gusto de Magnolia, todo en ese sitio a pesar de desordenado, era bonito, de estilo sutil y delicado. Olía a comida descompuesta, mezclada con alcohol etílico, y ceniza de cigarrillo.

Sebastián se percató de la existencia de una mesa pequeña, en el centro de la sala, sobre ella habían jeringas, pastillas, una soga, cuchillos, mata ratas, tijeras, entre otra cantidad de cosas. Magnolia tenía el rímel corrido, los ojos hinchados, las uñas comidas.

Luego de hacer aquel reconocimiento del lugar, Sebastián deicidio sacar a Magnolia de esa atmosfera viciosa en la que se encontraba… le sujetó el rostro, la miro por unos segundos fijamente a los ojos, y le dijo…

–           Voy a sacarte de aquí, y todo va a estar bien. Te lo prometo.

–           Está bien. – Respondió Magnolia, soltando un leve suspiro –

–           Magnolia, júrame, júrame que no volverás a intentar quitarte la vida. Quiero ayudarte, no te conozco, no sé quién eres, no sé porque intentaste esto, no sé si estoy poniendo en riesgo mi propia vida, lo único que tengo claro, que te quiero ayudar, pero me tienes que ayudar a ayudarte. Júrame que no te harás daño.

Magnolia rompe en llanto, y le dice:

–           Por alguna razón, llamaste hace un rato. Tu llamada me salvo de mí. Por alguna razón, creo que debo seguir viviendo. Así que creo que no atentare con mi vida.

Sebastián se la llevo así sucia como estaba. La llevo hasta su apartamento. Él se había hecho el propósito de demostrarle que ella era alguien importante, aun para alguien que no la conocía. Siempre había pensado que cuando alguien intenta suicidarse, es porque su vida ha llegado a un punto en el que carece de sentido, y sentía la necesidad de ayudarle a Magnolia a recobrar su apego a la vida, sin importar lo que le estuviera ocurriendo.

La sentó en la barra de la cocina y le preparo algo delicioso de comer. Se lo dio en la boca, como a los bebes. Le preparo un baño caliente, con esencias relajantes. Sacó del baño cualquier cosa que representara algún tipo de riesgo para Magnolia. Él no quería que ella se suicidara, y menos en su apartamento. Sabía que no podría llevar una vida normal, si llegase a tener un incidente así.

Magnolia tomo su baño caliente, se relajó, pensó mucho en sus circunstancias, en su vida, en lo que había tratado de hacer, lloro en silencio para no preocupar a Sebastián. Salió del baño y encontró en la cama, ropa de mujer sin estrenar, bonita, moderna, de colores neutros, de un estilo diferente al de ella, pero de muy buen gusto. Se le hizo extraño y le dio miedo. No sabía porque Sebastián le había comprado esa ropa, que aparte era de su talla. Pensó mil cosas, entre ellas que estaba en manos de un maniático.

Ella había intentado suicidarse, si, pero en este punto estaba decidida a enfrentar la vida con coraje, pues se sentía que su extraño encuentro con este hombre era una señal que le pedía seguir viviendo. Así que se vistió y salió de la habitación. Encontró a Sebastián en la sala trabajando en su laptop  y lo abordó.

–           ¿Porque tienes esta ropa nueva y de mi talla en tu apartamento? ¿Eres un maniático que evito que me matara, para matarme tu? ¿Quien eres? ¿Que quiere?

Preguntó Magnolia con un aire de tranquilidad y entera calma

–           Porque fui travesti y soñaba con entrar en tu talla. Y si, aparte de todo soy maniático y creo que con esa ropa sale muy bien un collar hecho de tus intestinos, pero tranquila, trabajare para que no te duela mucho, el Dr. Hannibal Lecter me enseñó bien.

Contesto Sebastián igual de tranquilo, luego de levantar  la mirada observar lo bella que había quedado Magnolia, después de retirarse aquel maquillaje viejo, y su ropa sucia.

Luego de ese cruce de palabras, Magnolia y Sebastián se quedaron viendo fijamente, por la cabeza de ella pasaban mil cosas, quería salir corriendo, quería ponerse a llorar, y lo seguía viendo a los ojos, pretendiendo encontrar ese sicópata que la estaba asustando, y solo veía a un buen hombre.  De la nada, Sebastián, suelta una carcajada y le dice….

–           No tengo tiempo para perder matando a nadie. Me da miedo la sangre, y me gusta viajar por todas partes pero por hobbie, no de fugitivo. Ni si me hubieses hecho algo.

Dejó su laptop de lado y caminó hacia el balcón. Respiro profundo, y continúo diciendo

–          Magnolia, esa es una larga historia, pero tratare de ser breve. No me gustan las largas historias….

Sebastián le cuenta a Magnolia, que esa ropa pertenecía a Lanis su ex – novia, quien era compulsiva a la hora de comprar. Le dijo que no habían zapatos allí, porque ella decía que él no era capaz de ser cuidadoso con los delicados zapatos femeninos.  Le dio un ejemplo de esas discusiones tontas que tenían entorno a una accidental pisada de un zapato de Lanis tirado en cualquier parte.

Mientras él hablaba, Magnolia solo lo miraba, y notaba en su rostro una profunda tristeza. Que la llevo a preguntarle…

–          ¿Por qué se acabo, si es evidente que aun la amas?

Magnolia nunca esperaría la reacción que a continuación vería en Sebastián, quien luego de escuchar la pregunta formulada por la chica, se sentó, se tomo la cabeza con las dos manos, suspiró… Y rompió en inconsolable llanto.

Ella sintió que había hecho la pregunta más imprudente de su vida. Lamentaba el estado en el que estaba Sebastián en ese momento, y no supo qué hacer, más que abrazarlo, acariciar su cabeza y llorar con él, aunque trataba de contenerse.

Luego de un momento ya estando calmados, Magnolia le pidió disculpas a Sebastián. Le dijo que no fue su intención tocar un tema tan delicado para él, que no quiso alterarlo, que no pretendía incomodarlo, y se mostraba realmente apenada por esa situación. Él le tomo las manos  y le dijo.

–          No es tu culpa. Ni la mía. Es solo esta vida loca que a veces nos golpea y nos aleja de lo que más amamos. Lanis murió, en un accidente aéreo. Iba a Argentina a tomar las fotos para la campaña publicitaria en la que ahora trabajo. Convencí a sus jefes de que me dejaran hacerla, en honor a ella. Deje a alguien a cargo de mi empresa. Y ya. No cambiare la situación… pero me consuela terminar lo que ella con tanta pasión había iniciado. Aun me duele y no puedo evitarlo, aunque trabajo en eso.

Luego de eso sonrió, le dio un beso en la frente y  fue a la cocina a preparar un par de cafés. Después de esa explicación Magnolia no lograba sentirse mejor, seguía sintiendo que había sido muy imprudente, que había lastimado a ese hombre que horas antes le había salvado la vida.  Aunque admiraba la actitud de Sebastián.

El se sentía culpable por haber asustado a Magnolia con su reacción intempestiva. Pero desde que se prometió no volver a hablar de Lanis, había pasado ya poco más de un año, y nunca pensó, que aun luego de ese tiempo, pudiera llegar a ese punto de descontrol y que aun le doliera tanto.

Ya en el balcón, tomándose el café, y observando en silencio el reflejo del sol sobre el mar, que se divisaba a lo lejos entre los edificios de aquella costera ciudad, Magnolia comenta.

–          Entonces… No querías ser travesti?

Los dos ríen a carcajadas. Sebastián escupió el café que tenía en su boca, hizo un real reguero en el balcón. Magnolia  se levanta a buscar algo conque limpiar. Aun se ríe y Sebastián aun tose.

Cuando Magnolia llega al balcón para limpiar el reguero, Sebastián la toma de la mano, la lleva corriendo al interior del apartamento, toma de pasada una cámara fotográfica, las llaves de su auto, las del apartamento un par de chaquetas y salen… dentro del auto, Magnolia pregunta a donde irán.

Sebastián dice que  deben ir al mar, que pronto será la puesta de sol y que los edificios del frente estorban demasiado  y no dejaran apreciar ese atardecer en todo su esplendor. Ella continúa sin zapatos, pero no le importa. Ahora por alguna razón que no entiende se siente plena. Y le gusta esa sensación.

Esa tarde ellos vieron el atardecer, Sebastián sacó algunas fotos… Los días pasaron… Magnolia continuaba en el apartamento de Sebastián, trabaron juntos en la campaña publicitaria ‘Lanis’. Luego de terminarla, Magnolia volvió a su apartamento. Ya sin ganas de morir.

Con el tiempo Sebastián y Magnolia,  siguieron viéndose, disfrutaban pasar tiempo juntos, se dieron cuenta que tenían mucha afinidad.

Un día cualquiera, Magnolia, decide que se ira del país.

Magnolia quiera probarse a  sí misma, que era capaz de estar lejos de Sebastián y mantenerse activa, y optimista, e incluso, que era capaz de poder soportar un ataque de tristeza causado por cualquier motivo inclusive soledad.

En el tiempo que estuvo con Sebastián, Magnolia aprendió que nada justifica quitarse la vida, por más duro que nos tocara. Como él le decía siempre.

Vio en Sebastián el ejemplo de perseverancia, y de lucha vital. Conoció un hombre aferrado a la vida, a pesar de que esta se había ensañado con él.

Él le contó en alguna ocasión –Esperando que ella aprendiera la lección-, sus tragedias de vida. Esas que le contaba a pocos. Le contó, como le había tocado guerrear contra las desavenencias de la vida; el que era de momento su mejor amigo a traición le quería quitar, el negocio que al salir de la universidad habían montado juntos; a su padre  lo vio luchar con un cáncer, que aunque no le quitó la vida, se la destrozó a su paso, tanto a él como a toda su familia, pues los tratamientos y los exámenes, aunque se los hacían solo a su padre, los padecía toda la familia. Y Cuando ya creía que todo comenzaría a ir mejor, su novia, la mujer  que amaba, y con la que ansiaba casarse, muere poco tiempo antes de la boda. Todo con el paso un año tras otro, y así se lo hizo saber a Magnolia, en el resumen cronológico de sus tragedias.

Escuchar las historias de Sebastián, la llevo a pensar que si él se aferro cada vez más a la vida, y guerreo de continuo  y con tenacidad, ella también lucharía, porque nada de lo que ella había vivido, sumaba la mitad de lo que había tenido que pasar Sebastián, y el aun continuaba en pie, y cada día parecía tener mas fuerzas.

Magnolia optó por ir a un sicólogo, quien la enseño a manejar sus ansiedades y depresiones. Empezó a trabajar por volver a ser una mujer segura de sí misma, y con esperanza. Pero para pasar su prueba de fuego, debía alejarse de Sebastián.

La manera en que Sebastián tomaba la vida, la hizo darse cuenta, que siempre había alguien en peor situación que uno, y que sin embargo guerrea por continuar en el planeta. Magnolia estaba en el punto en el que ya quería, tomar las riendas de su vida, valerse por si mima, rencontrarse. Le contó a Sebastián que se iría, solo que no le dio las razones, le dijo simplemente que tenia pendiente ese viaje.

Viajó a argentina, allí era invierno, amaba los paisajes grises. Le parecían románticos e inspiradores.  Había viajado antes allí, una de sus especializaciones la hizo en ese país, así que tenia buenos contactos. Pasaba días entre telas y costureras, en las noches dibujaba.

El tiempo pasó. Sebastián seguía recordando a Magnolia, en ocasiones veía sus fotos. Un día cualquiera, mientras contemplaba una de las fotos de Magnolia… el teléfono sonó. Llamaban de un hospital, Magnolia estaba inconsciente y el era su contacto de emergencia.

Sebastián entro en shock, gritó una y otra vez que no podía ser. La enfermera en la línea, le sugería que calmara, para poder explicarle. En un momento el se quedo callado, por su cabeza pasaban mil cosas; pensaba en la primera vez que la vio, el estado en el que la encontró, no podía creer que otra vez ella hubiese intentado quitarse la vida. Pensaba en como carajos iba a hacer para llegar a La Argentina, lo antes posibles, temía no encontrar tiquetes, temía que ella muriera y el no la pudiera ver por última vez. De un momento a otro, rompió en llanto y le dijo…

–          Señorita, haré hasta lo imposible por llegar cuanto antes a Argentina, le juro, que si me toca vender mi alma a un banco, con tal de conseguir un tiquete aéreo ya, lo haré  Pero llegare pronto. Se lo juro.

La enfermera le respondió, con un tono irónico…

–          Señor Sebastián, se puede marchar cuando quiera y a donde quiera, pero a la Señora Magnolia, la puede ver aquí, en la ciudad y en el momento que decida pues usted es su contacto de emergencia, pero si tiene urgencia de ir a Argentina, entonces dígame por favor si le es posible, a quien llamo para que venga en representación de la paciente.

La enfermera, no sabía de que hablaba Sebastián, en algún momento lo creyó loco, pero la mayoría del tiempo… lo creyó idiota. Le dio de forma displicente los datos de donde podía encontrar a Magnolia, y le tiro el teléfono, con un frío ¡Hasta luego!

Magnolia llevaba 2 días, en la ciudad, había vuelto luego de largos meses, pero Sebastián, no se enteró de su regreso, hasta ese momento. Se alisto de prisa, e iba hacia ella con un sinfín de sentimientos encontrados, rabia porque no le hubiese contado antes que ya estaba en el país; tristeza, porque no entendía porque había vuelto a atentar contra ella misma; y felicidad por saber que por fin luego de casi un año la volvería a ver, aunque no fuera bajo las condiciones que él esperaba.

Cuando Sebastián llego al hospital, luego de llenar formas, y hablar con los médicos, quienes le comentaron que a Magnolia le habían practicado un par de lavados estomacales y le habían colocado una solución intravenosa. El no preguntó nada, solo guardo silencio. Cuando por fin pudo pasar a ver a Magnolia, el corazón le latía fuerte. Tenía miedo.

Magnolia veía televisión, tenia conectada en su dedo índice la pinza que le toma el pulso. Y un catéter en la mano.

–          ¿Como te sientes?

Preguntó Sebastián

–          Que rico verte. Quita esa cara de acontecimiento, que estoy bien. Me siento bien. Y luego de verte….Mejor

Sonrió con picardía Magnolia

A Sebastián, una lágrima le rodó por la mejilla lo cual preocupó a Magnolia. Ella le pregunto que, qué le pasaba, y el emprendió sin respirar una pronta argumentación.

–          Magnolia pasa, pasa que por las circunstancias de la vida, alguna vez podemos vernos frente a la penosa situación de querer atentar contra nosotros. Pero no puede ser la salida a todas nuestras situaciones. Cuando te fuiste, estabas bien, eras una mujer diferente a la que conocí un día, de imagen frágil, y mirada perdida. Eras una mujer fuerte con ganas de vivir con aspiraciones y de esa mujer fue de la que me enamoré. Me di cuenta de que te amaba cuando te marchaste. Más de una vez quise ir a argentina a buscarte, pero quería que te probaras a ti misma quien eras realmente. ¿Pero qué? Hoy después de casi un año con que me encuentro, con una Magnolia en una clínica. Que fue lo que te tomaste, ¿cómo pudiste atentar contra ti otra vez Magnolia? ¡Por Dios Santo! ¿Cómo pudiste?

El silencio invadió la habitación, las lágrimas seguían recorriendo suavemente las mejillas de Sebastián. Magnolia apagó el televisor, y  mientras escuchaba a Sebastián, solo se acariciaba el cabello. De pronto Magnolia pregunta en tono sarcástico.

–          ¿Haber cariño mío… tu versión de mi estancia en este sitio es?

–          Que intentaste suicidarte nuevamente Magnolia, cual otra puede ser. Dime, dime porque te dio por esa otra vez. Dime como te ayudo. Dime que hacer Magnolia pero por favor, pero no te mates que yo creo que ya no podre vivir sin ti. No soportare perder a otra mujer importante para mí.

–          Sebastián. Te quieres callar por favor, me moriré si sigues con tu escena trascendental. Te pondré esta situación de la siguiente forma. Me fui para la Argentina a tres cosas.

1.      Ver si sentía algo por ti, o solo era un complejo estúpido causado por la gratitud que sentía hacia ti por los motivos y situaciones que ambos conocemos de memoria.

2.      Porque la historia de Lanis, me pareció hermosa y en su memoria y en agradecimiento a ti, hice una colección otoño  invierno, llamada Lanys. Y todas las modelos en la campaña estarán descalzas. Y en la Argentina.

3.     Por necesitaba estar lejos de tu protección y verme bien, por mis propios medios. Eso era lo más importante para mí.

Volví apenas hace dos días, hoy es mi tercer día en el país, y luego de atender un par de reuniones con mis contactos,  tengo todo listo para vender Lanys en un par de las mejores tiendas del país.  Tú tomaras las fotos. Me desperté y me disponía a arreglarme para ir a tu casa, y contarte toda mis historias locas, pero como recordaras que todo lo hago al revés, primero desayuné, y luego me bañé. Mientras me cambiaba. Empecé a vomitar y me vine a urgencias, porque vomite 3 veces en media hora. Fin de la maldita historia. No me quería matar. Estos locos extremos me internaron. Pero aun no sé que tengo.

La alocución de Magnolia, calmo a Sebastián quien luego de escucharla se sentía apenado, aunque feliz de no tener la razón. Él solo fue capaz de preguntarle…

–          ¿Qué desayunaste?

–          Un sushi que compre hace como 5 días en Argentina. Pero estaba en la nevera – apuntó Magnolia-

Así pasó el tiempo, conversaron de muchas coas, se pusieron al día. Antes Sebastián reprendió a Magnolia quien al parecer no había aprendido aun, que la comida es perecedera, y que la nevera no es milagrosa. Con el paso de los días viajaron juntos a Argentina a hacer la campaña publicitaria de Lanys collection.

2 comentarios

  1. Me ha encantado! Me atrapó y quería seguir y seguir leyendo a ver que mas pasaba. Pensé esa mujer moriría. Vivi cuando pondrás mas cosas?

    • Ayúdanos a compartirlo! Es muy bueno para nosotros que las personas que nos envían su material, si no vamos a poder publicarlo, al menos sí ayudar a difundirlo.

      Saludos del Equipo Ultramarina.

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