Lundi 30 sept.
Lyon – Paray le Monial – París
Un largo trayecto me separa de la última ciudad antes de regresar a España.
Desde Lyon subo hasta Paray le Monial, un pueblecito pequeño, de cuidada arquitectura tradicional, con un río de poco caudal – menos que su canal por donde llegan pequeñas embarcaciones de turistas, normalmente franceses, en ruta por los canales de la zona de Borgogna – .
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Allo?
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Je suis arrivé à Paris!
‘Busco, busco, busco algo barato,…’
Me vi en la Gare de Barcy desorientada y muerta de frío pero en casa -me dije-.
Frío, nublado, gentío, ruído, pasos, muchos pasos, gruñidos,…; toda esta selva urbana para mi, que marcho sin miedo.
París me adoptó, y aprecia mi regreso.
Copos de nieve perfectos y sabor a luna de miel.
Todos los extranjeros (y no extranjeros también) se quejan de la ‘simpatía’ parisina. Pero mi suerte, de mejor sino que para otros, me hace pensar en esta gran urbe como en una madre dulce, que te abraza y te mima.
El metro: primer laberinto.
El metro de París es una ciudad paralela, allí el tiempo se acelera y se agitan los cuerpos en un intento de ganar, aunque sólo sea un espejismo de apenas dos segundos.
Amabilidad francesa y colombiana me hicieron llegar sin retrasos hasta ‘Porte de clignancourt’ para comprobar que, en efecto, si sales del metro y hay un intenso olor a maíz estás en barrio, barrio.
Con la pesada maleta cargada de cultura me encontré en medio de este quartier popular, sentada en una terracita y comiendo tartar. Y, hay que decir, en compañía de una gran amiga.
Una primera noche en París.
Una vez liberada del peso de los libros, vestuario y otros enseres de trabajo me dispuse a conocer una ciudad iluminada en exceso al caer la tarde.
Place de la République, con Laura.
¡Y vaya encuentro! Grande, grande, Laura.
Acompañadas por un edredón nórdico y una estantería nos dispusimos a hacer la crónica particularísima de nuestros caminos en Francia.
Una chica llena de vitalidad. Un generoso ángel de visión positiva y luchadora.
‘Yo no he hecho 2300Km para volver’
Cantina barata, calles llenas de vida y muchas risas.
Y felices encontramos un ‘hasta mañana’ en un cruce bajo un centro comercial.