La editorial Ultramarina Cartonera & Digital ha reeditado recientemente Feminus, una novela de Dante Medina, una novela muy singular que yo diría que refleja muy completamente la literatura personal del autor. Voy a referirme a esas características sobresalientes que, por otra parte, ya fueron apuntadas en su momento por una figura tan emblemática como su compatriota Juan Rulfo. Así, para la presentación del libro de cuentos Léérere (1992), Rulfo hablaba de este modo sobre la obra de Dante Medina:
Dante Medina está usando un lenguaje muy nuevo, completamente original y poco, poco frecuente en la literatura mexicana. Y lo mismo se puede decir de la literatura latinoamericana. Creo yo que el mérito consiste no solo en los neologismos, sino en la transposición de los sueños. Me da la impresión de que estos son sueños difícilmente llevados a la escritura.
Son cuentos para ser leídos, no para ser hablados, puesto que al transcribirse, por medio de la palabra, se trastoca un poco ese sonambulismo, esa cosa casi sonámbula en que concuerda casi todos.
Textos muy novedosos realmente, poco –por no decir casi no– utilizados en la lengua castellana.
Ahora, él nos da la clave: si algunos cuentos de él resultan confusos, es porque nuestros pensamientos lo son; nuestras ideas no van en secuencia, sino caminan a saltos. El lector va a tener que trabajar mucho.
Yo lo felicito muy cordialmente porque nos está entregando algo original, algo no hecho hasta la fecha, y eso ya es un gran mérito. La literatura que vale es aquella que abre caminos, que revoluciona a la literatura pasada. Y aquí hay, aunque aparentemente no lo exprese el autor, una literatura revolucionaria. Está revolucionando el lenguaje. Está revolucionando las ideas y al mismo tiempo el concepto que tienen de la vida.
Presenta un ejemplo de lo que debe hacerse actualmente. Aquí no hay, propiamente, lo que es originalmente el cuento en sí. Hay una mezcla de ideas, en donde esas ideas se están trastocando, o esos sueños se están trastocando en ideas más bien.
El continente latinoamericano ya necesitaba la realización de algo que salte las barreras del convencionalismo ya un poco estereotipado a que estamos acostumbrados. La literatura de América Latina es una sola, ya no está dividida en parcelas ni en naciones, es una sola cultura, es una sola literatura, y Dante Medina pertenece a esa gran literatura latinoamericana.
Efectivamente, las palabras de Rulfo confirman rasgos de forma y fondo que perviven también en Feminus. La transposición de los sueños y de las ideas de una liberalidad sobresaliente, por un lado. Y, por otro, respondiendo a esa misma libertad una forma también libre. Ello explica, por ejemplo, la hibridez genérica de esta novela nueva, en la que confluye lo narrativo y lo ensayístico, sin duda, pero también incluso cierto lirismo debido a la propia fantasía onírica de la narración como elemento surrealista, esa transposición de los sueños de la que hablaba Rulfo. Esta libertad de forma y fondo de la literatura de Dante Medina tiene mucho que ver con una raíz romántica, esencialmente moderna, con un fin expresivo del sujeto que busca su origen natural, liberado de toda tradición o convención que lo ate a un sistema de valores trasnochados pero vigentes en nuestra cultura occidental y judeocristiana.
Dante Medina toca temas sensibles en su literatura a través de las máscaras femeninas para enfocar temas como dilemas del sujeto, de la pareja y el amor con todo su erotismo como telón de fondo. Sin ir más lejos, en El aborto como estrategia, encontrábamos máscaras femeninas ante un dilema que el destino resuelve, como la vida misma, de peor o mejor manera. En Feminus tenemos una novela cuya narración está dirigida por el protagonista, Juan, un anciano de 84 años que antes de suicidarse reconstruye sus recuerdos amorosos a través de un diálogo erótico con su interlocutor Gloria, una joven en la que confluyen todas las mujeres, todos los tipos de mujer. Naturalmente, estos personajes hay que entenderlos en clave simbólica, en clave alegórica, excusas par dar cauce a una reflexión dialogada sobre la mujer, la imagen de la mujer en la cultura occidental. El distanciamiento simbólico y, naturalmente, irónico permite el humor para desacralizar muchos tabúes sociales y hablar con libertad de la representación de las mujeres a través de la voz del protagonista, un don Juan reinventado cuya voz narradora nos conducirá también a profundas reflexiones, reflexiones que brillan a veces con reminiscencias borgianas cuando, por ejemplo, se define a Gloria como la mujer en la que reside todas las mujeres y concentra en ella todos los paradigmas femeninos posibles. Bajo este pretexto narrativo encontraremos a lo largo de los capítulos muchas enumeraciones que repasan el acervo cultural sobre la mujer: la literatura en torno a ella o un recorrido por las mujeres míticas, simbólicas, históricas, paradigmas todos de lo femenino.
El lenguaje de Dante Medina fluye de una manera especial, muy personal, una prosodia muy natural que nos trae la oralidad de su origen mexicano. Es muy interesante la relación de Dante Medina con el lenguaje. Creo que, como ya comentó Juan Rulfo, es una clave esencial en su literatura. El juego lingüístico, la creación de neologismos, esa manera de querer a las palabras la sentimos ya en los propios títulos de muchas de sus obras (Odiosoyo, Ir, volver y… qué darse, A la bisconversa, Niñoserías, Léérere…). De hecho, Feminus arranca precisamente con una estrategia lingüística. En libros como Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas o en La arqueología del saber insistía el filósofo francés Michel Foucault en la necesidad de hacer una arqueología de las palabras que permitiera entender la raíz del lenguaje y de allí comprender el origen de los prejuicios y preconceptos, que de un modo u otro han configurado la existencia humana. Esto mismo hace Dante Medina en el arranque de Feminus, una arqueología de esta palabra feminus, una reflexión sobre sus falsas etimologías que sirvió durante siglos para discriminar a la mujer solo por ser mujer. Sin duda, estos enfoques ilumina la estúpida misoginia que ha padecido la mujer. En Feminus Dante Medina transgrede esos códigos caducos absurdos de la tradición patriarcal mediante una literatura pura, cargada de talento irónico y, sobre todo, de una imperiosa necesidad por desvelar qué se esconde en lo más oculto del corazón de una mujer.
De izquierda a derecha: Dante Medina, Eduardo González-Biedma, Ivan Vergara, Daniel García Florindo.